Este blog será nuestro punto de encuentro, en él se unirá la magia, los sueños, la luna y la literatura. ¿Por qué la luna? Porque es mi hogar. ¿Por qué la literatura? Porque es como único entiendo la vida.

jueves, 1 de marzo de 2012

Secretos


En la habitación empezaban a sonar las primeras notas musicales que despertaban el ritmo. El ritmo en él o ella, en la atmosfera, el ritmo en la vida. Era una melodía que despertaba a las fieras dormidas, los sueños ocultos y transformaba las mentiras en verdades. Poco a poco fue saliendo de su entumecimiento, empezó a mover tímidamente sus piernas, con un poco de vergüenza contoneó sus caderas, lo hacía con disimulo como si alguien la o lo estuviera mirando. En su cara se dibujó una sonrisa y mientras aumentaba el ritmo de las notas aumentaba el ritmo de su cuerpo, y así fue desperezándose del que era para convertirse en lo que quería ser.
            Manuel era un hombre culto, discreto y con una visión de la vida aferrada a arcaicos valores morales. Le gustaba el olor a café recién hecho, el tabaco y una copita de whisky los viernes por la noche. En su trabajo como funcionario del Estado era respetado por sus compañeros y criticado por los vecinos, -funcionario cascarrabias-, solían murmurar. Pero él hacía oídos sordos y caminaba con paso firme por la vida haciéndose notar con cada pisada, porque él era un hombre y los hombres no se acobardan ante nada. Pero como todo ser humano, como todo hombre y detrás de esos arcaicos valores morales de verdades inquebrantables, se escondían secretos. Al fin y al cabo, -quién no tenía secretos, se decía-.
            Lola era una alocada mujer de vestidos de lentejuelas, zapatos de una altura vertiginosa, purpurina y sombra de ojos. Le gustaba el olor a café recién hecho, el tabaco y una copita de whisky los viernes por la noche. Cantaba a la vida, al viento, al amor y a la libertad. Andaba por la vida de puntillas, haciéndose notar con cierto disimulo. Salía de noche y se ocultaba de día. Y entre la oscuridad, la negrura y las sombras tejió lo que quería ser.
            Las notas musicales y su euforia iban en aumento, ahora se movía con agilidad. Daba vueltas por la habitación al ritmo de los acordes y cantaba utilizando un cepillo como micrófono. Cuando consiguió sentirse ella se plantó delante del espejo. Borró de su retina lo que era y comenzó a dibujar lo que quería ser. Aplicó su base de maquillaje, sombra de ojos, purpurina, rimel de pestañas, uñas postizas y de pronto en su retina no quedaba resto de la imagen que había sido. Cada vez más segura de si misma y satisfecha con el resultado abrió el armario de par en par y se dejó deslumbrar por los brillos, los encajes y las lentejuelas.
            Dos horas más tarde y terminado el ritual estaba Lola ataviada de pies a cabeza con un elegante vestido negro de gasa con la espalda descubierta, guantes de satén y sofisticados zapatos de tacón. Un último retoque, su larga y pulida melena negra. Se miró al espejo y se lanzó una mirada de aceptación a la que ella misma se respondió con un guiño de ojos. Era la hora, las doce de la noche y para esta cenicienta de cuento al revés comenzaba la aventura.
            Y así era como Manuel dejaba de ser él, abandonaba sus arcaicos valores morales y se convertía en Lola, al fin y al cabo, -quién no tenía secretos-, se decía.
                                                             




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