Este blog será nuestro punto de encuentro, en él se unirá la magia, los sueños, la luna y la literatura. ¿Por qué la luna? Porque es mi hogar. ¿Por qué la literatura? Porque es como único entiendo la vida.

viernes, 13 de julio de 2012

Saboreando los veintisiete




           Llegan lentos, sigilosos, y se van acomodando casi sin hacerse notar. Llegan los veintisiete, con cada uno de sus días, de la mano de las semanas, seguido por los meses, encadenados a los años. Llegan y son bien recibidos con una taza de té.

Los recibo con tacón alto, rímel en las pestañas y perfume de coco. Tacón alto para sortear los obstáculos de la vida; rímel en las pestañas para desafiarla con la mirada; y perfume de coco para dejar huella a mi paso.

              Saboreo los veintisiete y voy cosiendo retales del pasado. Lejos quedan los años de universidad y las noches en vela unidas a las tazas de café. Más lejos aún el instituto, los amores de pasillo, la rebeldía, la adolescencia y las hormonas revueltas. Casi como un lejano recuerdo está la etapa de primaria. Maestros que dejaron huella y otros que no consigo recordar.  Y por último, y casi como una ilusión que pasa por mi mente, flashes que realmente no recuerdo. Mis primeros pasos, la visita del ratoncito Pérez...

Y nuevamente los veintisiete, que se sientan silenciosos a mi lado en el sofá.

Huele a tarta, a cumpleaños, a sueños de futuro, a ilusiones y desilusiones. Huele a soplar las velas y pedir un deseo, que tal vez no se haga realidad.

Se oyen risas, se reciben buenos augurios, se sonríe y se dan las gracias. Te rodeas de mucha gente, de tu gente. Los observas y agradeces que formen parte de tu vida. Pero faltan personas, hay alguna ausencia. Se ensombrece mi rostro y me visita la nostalgia.

       Saboreo los veintisiete con la serenidad que te dan los años, con la resignación que adquieres con el sufrimiento y con la ilusión de lo desconocido. Un nuevo año con cada uno de sus días, de la mano de las semanas, seguido por los meses, encadenado de los años. Una nueva etapa por descubrir, con mucho que aprender y más aún por sentir.

      Saboreo los veintisiete y terminan de instalarse en mí. Los abrazo, les cojo de la mano y andamos juntos, ya que serán mis compañeros de viaje durante un año, con cada uno de sus días...

miércoles, 11 de julio de 2012

El Corazón

         
Detalle de corazón de sauce Foto de archivo - 8679308
        Había una vez un corazón herido y confundido que vagaba solitario por el bosque. Abatido se dejó caer en una roca que descansaba a la sombra de los pies de un árbol. El corazón suspiraba y se miraba las heridas. Los cortes en su cuerpecito rojo afeaban su saludable figura. De sus grietas emanaba sangre como agua de un río. El corazoncito cada vez estaba más pálido.
El árbol, viejo sauce que llevaba miles de años allí, plantado, y conocía mejor que cualquier otro elemento de la naturaleza de los dolores del corazón, le habló:
-Pequeño corazón, estás impregnando mis raíces de ese líquido pegajoso.
El corazón se sobresaltó al ver que el árbol le hablaba, se disculpó e intentó levantarse y buscar otro lugar para convertirlo en su lecho de muerte.
-Ese es tu problema corazón, a pesar de estar emanando sangre de tus heridas, decides levantarte y caminar para darme gusto a mí. Dijo el viejo sauce.
-Es que no me gusta molestar a nadie. Se disculpó el corazoncito.
-Por esa razón estás así de herido, por pensar en los demás y no en ti.
-¿Y cómo pienso en mí antes que en los demás? Preguntó intrigado el corazón.
-Es muy sencillo, debes sentirte bien tú, sin hacer sentir mal a los demás. Lo que no debes hacer es sentir bien a los demás pagando el precio de sentirte mal tú.
            El  corazón pensó en ello, llevaba toda su vida sintiendo amor, comprensión, dulzura, ternura y miles de sentimientos buenos por los demás, pero le gustaba hacerlo, era su naturaleza y sabía que en algún momento todo le sería devuelto.
-No, viejo sauce; yo doy amor y sé que recibiré amor.
-¿Eso crees? Hagamos una prueba, es hora punta y empezarán a pasar por aquí varios seres. Veremos quién te devuelve amor.
El corazón aceptó el trato, convencido de que haría entrar en razón al sauce.
El primero que pasó era un ser feo, su cara estaba tensa y parecía mal humorado.
-Hola. Le dijo el corazón.
El ser lo miró y siguió andando.
-Hola he dicho.
-¿Qué quieres? No tengo tiempo que perder.
-Soy el Corazón, ¿cómo te llamas?
-Me llamo Egoísmo. ¿Qué quieres?
-Estoy herido, como puedes observar, ¿podrías ayudarme o hacerme compañía hasta que me muera?
El egoísmo rió a carcajadas. -No tengo tiempo, me voy a casa a dormir.
-Pero necesito ayuda. Insistió el corazón.
-Pues busca a otro, le grito el egoísmo mientras se alejaba.
El sauce sonrió y el corazón se sintió un poquito más pequeño. De lejos vio acercarse a otro ser. Este era hermoso, llamativo, cautivador…
-Hola, soy el Corazón. ¿Quién eres?
-Soy una reina.
-Una reina de qué. Preguntó el corazón sorprendido ante tanta belleza.
-De un gran palacio. Contestó ella convincente.
-¿Y cuál es tu nombre?
-¿Mi nombre?...dudó un momento.
-Es la mentira. Dijo el sauce. -Y no es reina de ningún palacio.
El corazón se entristeció.
-Podrías ayudarme, estoy herido.
-Sí claro. Dijo la mentira. –Ahora vengo.
Pero nunca apareció.
            De repente vio una sombra moverse entre los arbustos.
-¿Quién está ahí? Preguntó el corazón.
De entre los arbustos salió una ser cabizbajo, con la mirada perdida y algo tembloroso.
-Hola soy el Corazón, ¿quién eres?
-Soy, soy…soy el Miedo.
-Hola miedo, estoy herido. ¿Podrías ayudarme?
-Yo, es que, mmm. No puedo me da miedo.
-¿Miedo, de qué?
-No sé…Y sí te mueres, o y sí me enamoro de ti, y sí…Mejor me voy.
Y desapareció entre los arbusto como mismo había venido.
            Los latidos del corazón disminuían al ver que de sus heridas emanaba más sangre. Cuando se dio cuenta vio a otro ser a su lado, pero estaba tan decepcionado que no quiso dirigirse a él.
-Tú ganas sauce, me rindo.
El sauce se engrandeció creyéndose conocedor de todos los sentimientos de la naturaleza.
            El nuevo ser que estaba al lado del corazón era un poco extraño, andaba medio encorvada, sus cabellos estaban desaliñados, pero en su rostro había una gran luz.
-Hola, ¿qué te ocurre?
El corazón se sorprendió al ver que aquel ser se dirigía a él.
-¿No quieres hablarme?
-No. Contestó molesto el corazón.
-¿Por qué? ¿Te he hecho algún daño?
-Tú no.
-Entonces, ¿te lo han hecho otros?
-Sí.
-¿Y por haberte hecho daño otros, te enfadas conmigo? ¿Tu nombre es Injusticia?
-No, mi nombre es Corazón.
-Ah, pues pensaba que el corazón sería noble y daría amor.
-Pues no. Gritó el corazón enfadado.
Sorprendido vio como aquel ser se sentaba a su lado.
-¿Por qué te sientas, si quiero que te vayas?
-Porque soy así. Soy la Esperanza y creo que tú me necesitas.
El sauce se sorprendió al ver que aún había seres dispuestos a ayudar.
-¡Eres la Esperanza! ¡Eres buena! Gritó el corazón entusiasmado.
-Sí, lo soy, pero no sólo yo. También está la Comprensión, la Empatía, la Valentía y muchos más. Somos un gran grupo. Si quieres puedes venir conmigo y conocerlas.
El corazón estaba muy contento, y milagrosamente de sus heridas ya no salía sangre.
-¡Claro que iré! Perdóname por haber sido tan desagradable.
-No te preocupes, sospecho que antes te cruzaste con el Egoísmo, la Mentira y el Miedo.  Pero has sido valiente y has confiado en la esperanza.
La esperanza lo ayudó a levantarse.
-Siento haber mojado tus raíces, viejo sauce. Se lamentó el corazón.
Pero el sauce lloraba.
-¿Por qué lloras? Preguntó la esperanza.
-Porque me he dejado contaminar por el egoísmo, la mentira y el miedo, llegando a perder la esperanza.
-No te preocupes señor sauce, te has dado cuenta y ahora sólo tienes que volver a sentirme.
Y los tres se abrazaron. El corazón y la esperanza fueron a buscar a la comprensión, a la empatía y a la valentía, y todos juntos regresaron junto al sauce para establecer su hogar.


FIN