Este blog será nuestro punto de encuentro, en él se unirá la magia, los sueños, la luna y la literatura. ¿Por qué la luna? Porque es mi hogar. ¿Por qué la literatura? Porque es como único entiendo la vida.

viernes, 5 de octubre de 2012

La cara del mal

            Entró en aquel cuarto oscuro y su piel se erizó. Un escalofrío recorrió su cuerpo, haciendo que se estremecieran partes que ya no recordaba, que había dejado de sentir como suyas. Las voces exteriores que se colaban a través de las paredes en forma de susurros le robaban la calma. No sabía cómo había acabado allí, tal vez su desesperación por no encontrar respuesta a todas las dudas que cada mañana le daban los buenos días y terminaban convirtiéndolos en un conjunto de horas inaguantables que se teñían de angustia y ansiedad, la habían empujado al abismo de la soledad y la desesperación. En ese preciso momento se dio cuenta de que su mundo no estaba de patas arriba, en ese preciso momento, cuando no tenía salida, que estaba  a punto de ritualizarse en aquella secta que la conduciría al demonio, a quien ella misma vendería su alma, era cuando veía que su mundo no era tan negro como ella lo pintaba, que habían huecos esperando ser coloreados del color que ella decidiera. Pero ya era tarde. La puerta se abrió. Un hombre con una túnica negra caminó hacia ella con paso decidido. No le gustaba su cara, se fijó en su mirada, estaba vacía y carecía de brillo, sus pupilas estaban dilatadas dándoles oscuridad y profundidad a sus ojos. Apartó la mirada, parecían un pantano en el que podías perderte si seguías mirándolos.
-¿Estás lista? Preguntó el hombre, sabiendo de antemano que nadie, jamás, se había retirado en el último momento.
-No, creo que lo dejaré para más adelante. No me siento preparada. El patriarca de aquella gran familia robotizada y con el cerebro seco, enrojeció furioso.
-No puedes abandonar ahora, todos tus hermanos han acudido a tu ceremonia de bautismo. No querrás hacerles ese feo. Quiso transmitirle serenidad.
            Martina dudó, quería huir, ser feliz, sacudirse los dolores y las penas del alma, secar sus lágrimas mientras corría por un mundo que se había olvidado de ella. Pero en lugar de eso, agachó la cabeza y se dejó guiar por el pastor de un rebaño discapacitado en el arte de pensar. Subió al altar y miró con asombro a todas aquellas personas que parecían el mar negro con aquellas túnicas iguales a las de su pastor, que asentían con fervor a todo lo que les decía su amo. Una arcada puso en movimiento sus neuronas y la batidora en la que se había convertido su cabeza en los últimos meses empezó a batir y a batir.
-¿Es esto lo que quiero para mí? Se preguntó alarmada. ¿Ser una pieza más de este puzle inhumano carente de decisión? ¿Ser una marioneta a la que le mueven los hilos en contra de su voluntad? Volvió a mirar a la masa negra que se derramaba ante sus ojos. Quiso hablar pero no le salían las palabras, había perdido la voz. Se había perdido ella. Todos continuaban en trance, haciendo algo parecido a rezar. El patriarca se acercó y le puso la mano en la frente.
-Hija mía, hoy recibirás la bendición de tu padre frente a tus hermanos. Que la fuerza divina se pose en ti. Todo a su alrededor empezó a dar vueltas, oía gritos de alabanza a Dioses que no conocía, sintió caer sobre su cabeza un líquido caliente y espeso que empezó a escurrir por su cara tiñéndola de sangre. La masa cada vez gritaba más fuerte, gritaban su nombre. El líder de la manada enfurecida, bebía el mismo líquido que le acababa de verter sobre su cabeza. Bebía sangre. Reía y elevaba sus brazos al cielo invocando a algún ser más cercano de lo maligno que de lo divino.
-Ya eres una de las nuestras. Dijo el ser malvado con una sonrisa de dientes amarillos manchados de rojo.
            Ella miró a sus semejantes, ahora formaba parte de esa religión prostituida, donde Dios no distinguía entre el bien y el mal, y en ocasiones se iba de copas con Lucifer. Se sintió a años luz de todos ellos. Quiso dejarse morir y así lo hizo. Se derrumbó, cayendo al suelo, cuerpo inerte, muerto en vida. Muertas sus ilusiones, sus deseos y sueños. Muerta ella, quién deseaba ser y no logró. Asesinada su esencia y su magia.
Mientras vagaba, tal vez por el submundo, esperando a que Caronte se apiadara de ella y la guiase por las sombras del río Aqueronte sin pagar, oía un estridente sonido que le indicaba su nuevo destino. Se fue acercando hacia él, cada vez lo oía más cerca, hasta que le resultó imposible de soportar. Extendió su mano y pulsó un botón que terminó con el incesante pitar de algún objeto. Abrió los ojos con miedo por lo que estaba a punto de descubrir. Y se sorprendió; le dieron la bienvenida sus sábanas de franela rosa, sus cortinas blancas con lazos y la luz del sol entrando a través de la ventana. Se levantó de un salto y se miró al espejo. Seguía siendo ella. Solo fue una pesadilla, una horrible pesadilla que la había acercado a la realidad. Corrió feliz por la casa, hacía muchos meses que no sentía esa sensación, y descubrió algo; por muy negro que viese su mundo, siempre, siempre habría huecos en blanco deseosos de ser pintados de un bonito color. Y entendió que tocar fondo no es hundirse, sino coger impulso para volver a subir. Y decidió vivir su vida amándose a si misma, ya que nadie lo haría con tanta sinceridad y amor como ella.