Este blog será nuestro punto de encuentro, en él se unirá la magia, los sueños, la luna y la literatura. ¿Por qué la luna? Porque es mi hogar. ¿Por qué la literatura? Porque es como único entiendo la vida.

domingo, 11 de marzo de 2012

Un secreto compartido


Las musas lo despertaron con un delicado susurro al oído. Él, que pensaba que lo habían abandonado, fue abriendo los ojos lentamente para disfrutar de la dulce melodía que salía de las apetecibles bocas de aquellas mujeres. Como si hubiese dormido tres días se sintió descansado, y por una vez desde hacía mucho tiempo con ilusión. Buscó sus gafas con un tanteo rápido por la mesa de noche y miró a su alrededor. No vio a nadie, sabía que no habría nadie, que aquellas mujeres de extravagantes curvas, delicada voz y maestras en despertar la imaginación dormida sólo existían en su cabeza.  En penumbra se sentó frente al ordenador, miró a su alrededor buscando algo en lo que inspirarse, pero se encontró con una habitación desordenada, latas de cerveza por el suelo, ropa sucia sobre una vieja silla, un cenicero echando humo y latas de comida precocinada. No era el mejor escenario para empezar su historia. Cerró los ojos y suspiró. La delicada voz de una mujer que no estaba le dijo algo en susurros y se despidió mordiéndole el lóbulo de la oreja. Él se estremeció y como si aquel mordisco hubiese despertado todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo empezó a escribir de forma descontrolada. Los renglones iban tomando forma, las rimas y los versos decoraban la inmaculada hoja, y abatido por el esfuerzo cayó sobre el teclado.
            Cinco días tuvieron que pasar para que los huéspedes del hostal se alarmaran por el hedor que salía del cuarto del viejo huraño. La dueña, una vieja y rechoncha mujer a la que no le gustaba trabajar y a la que le ponía de mal humor que la interrumpieran mientras veía la novela tocó varias veces en la puerta del viejo huraño. Los huéspedes, ansiosos por averiguar el secreto que se escondía tras aquella puerta y desesperados por acabar con aquel mal olor, esperaban ansiosos el desenlace de aquella micro novela basada en la realidad. Sofía, la dueña, abrió lentamente la puerta. Un aire caliente y un purulento olor ahogaron a los noveleros. Allí estaba el viejo huraño, sentado en la silla junto a su ordenador, parecía descansar plácidamente, y es que realmente descansaba plácidamente con la cabeza reposando sobre el teclado. Nadie sintió pena al ver el cadáver de aquel hombre, pero aquella imagen y los versos que decoraban la hoja en blanco del Word, que deseaban ansiosos ser leídos, se quedarían grabados para siempre en su retina.

Una vida no es suficiente para aprender,
que los mismos errores no se deben volver a cometer.
Vivo con el remordimiento a flor de piel,
por los secretos que guardo y jamás conté.
Sé que algo me está acechando,
 aunque huyo siempre me acaba encontrando.
Es mi pasado que no me perdona,
que haya dañado a tantas personas.
Un último deseo antes de exhalar,
un último suspiro y buscar la paz,
Buscad a Amparo y decidle la verdad,
yo maté a su marido y lo arrojé al mar.
           
El hedor desapareció o quedó grabado en sus pituitarias en compañía de aquellas letras que se dibujaban ante sus pupilas desvelando que habían convivido con un asesino. Quién era Amparo, y si tal vez fuera una broma del viejo huraño, al que le encantaba escribir y fantasear con historias. No lo sabrían nunca, o tal vez sí. Puede que el ser conocedores de esa verdad les cambiara la vida…