Este blog será nuestro punto de encuentro, en él se unirá la magia, los sueños, la luna y la literatura. ¿Por qué la luna? Porque es mi hogar. ¿Por qué la literatura? Porque es como único entiendo la vida.

lunes, 28 de octubre de 2013

Entrevistas

Aquí les dejo la entrevista que me realizaron las chicas de El Secreter la pasada semana por si desean escucharla. y de paso les invito a que escuchen su programa porque es muy interesante.
También les dejo el enlace del programa La plaza, de Este Canal, donde también me entrevistaron y me lo pasé genial.


http://www.estecanaltv.com/en-este-momento/



http://elsecretermueblecultural.blogspot.com.es/2013/10/lanzarsepor-que-no.html

Antología de una prostituta 7



Amaneció, y por unos instantes dudó de dónde estaba. Los rayos del sol entraban perezosos por el amplio ventanal con vistas al frondoso bosque que bordeaba la casa. Miró a su derecha y lo vio allí, dormido, después de una noche de sexo en la que la escena del tequila podía considerarse un preliminar. Lo inspeccionó, era guapo. El prototipo de hombre del que podría enamorarse. Maduro, atractivo, que le proporcionaba buen sexo. ¿Sería gracioso? Aún le quedaban unas cuantas horas para descubrirlo.
-Buenos días, princesa.
-Buenos días, teniente.
-No me digas eso que sabes lo que ocurre-. Y tanto que lo sabía, durante la noche, entre caricias, besos y sexo duro, le llamaba teniente y se daba cuenta de cómo aumentaba la fogosidad de aquel hombre que parecía insaciable.
-Nos espera un gran día, así que sacúdete la pereza.
-Sí, teniente-. Y él saltó sobre ella y comenzó a besarle el cuello, bajando por el meridiano de sus pechos, avanzando por el ombligo y muriendo en su entrepierna. Suspiros.
            Desayunaron en la terraza que daba a la piscina. Los tres invitados se sentaron en silencio y con la vista perdida. Probablemente aún les quedaría alguna neurona borracha. A Leopoldo Cintras Fría le sonó el teléfono, y tras una breve conversación en árabe, colgó y le hizo un gesto a Rodrigo. Este, le susurró al oído que si no le importaba ausentarse. Vicio asintió.
-Con permiso-. Dijo haciendo gala de sus buenos modos. Rodrigo le retiró la silla y ella se alejó. Aprovechó para perderse en el inmenso jardín. Al cabo de un rato y tentada por la curiosidad, se acercó a la zona donde estaban reunidos su cliente y los tres terroristas (como ella los llamaba). Escondida entre los rosales (para no ser descubierta en su hazaña de espía y torturada por aquellos malvados, a saber qué le harían a las mujeres noveleras). Los escuchó hablar en español, por suerte para ella que temía que lo hicieran en árabe y no enterarse de nada.
-No poder seguir país tuyo así. Muy malo, tu país. Tú escucha nuestra propuesta y ganar mucho dinero. Tu país mejor, tú más poder…todos ganar.
La curiosidad de Vicio aumentaba, qué estaría proponiéndole aquella panda de locos. España estaba mal, no había más que verla a ella, convertida en puta para sobrevivir, y con el tiempo, casi que por gusto (el dinero es goloso y el sexo adictivo).
-Pero no puedo traicionar a mis compatriotas, a mi país.
-Sí poder, sí poder. Tus compatriotas no son de fiar. Nadie sabrá que tú saber esto. Todo secreto, controlado. الله يكون معك ، أنت قلبي ، والكلمة والفكر.
-¿Qué pretenden hacer?
-Mañana cuando el presidente del gobierno terminar de dar  rueda de prensa, cuando gente marchar, nosotros no queremos muertos, no querer heridos. Uno de mis hombres poner bomba en coche presidente, cuando él subir y poner en marcha…PUUUMM…muerto. Tú tener el poder, nosotros pagarte mucho bien si tú poner de nuestra parte.
Rodrigo se pasó la mano por el pelo. Quería llegar a la presidencia pero no estaba seguro de querer llegar así. Aunque el dinero, el poder…ese diablo con aureola, alas y sonrisa encantadora…
-Acepto-. Y todos alzaron sus copas y brindaron.
Vicio no se podía creer lo que acababa de escuchar. Iban a asesinar al presidente (que realmente se lo merecía porque se había encargado de asesinar los sueldos y trabajos de los españoles) pero, ¿no era mejor obligarle a dimitir o algo así? Menos mal que a ella le quedaban algunas horas allí y al siguiente día, cuando el presidente volara por los aires, se habría acabado aquel peculiar cuento de hadas con algún que otro troll.
            El sol se había escondido  y Vicio recogía sus cosas mientras recordaba lo acontecido durante aquellas veinticuatro horas. Después de la conversación que no debía haber oído, pero escuchó; la mañana transcurrió normal, ella fingió no saber nada y se dejó hacer. Llegaron las otras putas (debía admitir que sin clase) e hicieron felices a los invitados. Por suerte para ella no tuvo que compartir su caché de puta de alto standing porque su dueño aprovechó que sus huéspedes estaban entretenidos para secuestrar a Vicio y continuar bebiendo de ella tequila.
Rodrigo entró en el dormitorio.
-Llegó a su fin. Espero haberte hecho sentir cómoda.
-Sí, muchas gracias, Rodrigo. Ha sido todo muy interesante. Algo fuera de lo común.
-Me gusta tu verdadero acento, no ese forzado deje sudamericano. Aunque cuando me dices papi…ufff.
-Bueno, es sólo por trabajo, ya sabes los hombres  se vuelven locos si les hablas así.
-Vicio, ¿no te gustaría dejar este mundo? No va con tu elegancia, con tu saber estar.
-Claro, algún día lo dejaré…pero por ahora, como está el país es imposible encontrar otro trabajo que no sea este.
-¿Y si te propongo quedarte como mi mujer? Sólo tendrás que hacer lo que has hecho estos días. Complacerme, ser dócil, elegante, y te daré todo lo que desees y más.
-¿Quieres qué sea tu puta a jornada completa?
-No lo llames así. Quiero que seas mi mujer. Voy a ascender en pocos días y un buen hombre con un buen cargo, necesita una buena mujer a su lado. Así saldrías de la calle.
Y tanto que iba a ascender y rápido, pensó ella.
Era una buena propuesta. Saldría de la prostitución y tendría todo lo que siempre ha deseado. Era tentador y tal vez con el tiempo llegara a amar a aquel hombre. Había dejado de soñar con príncipes azules, Walt Disney se olvidó de fabricar el suyo. Estaba cansada de callejear por las calles del olvido. De ser una vendedora ambulante de caricias y besos. Pero, ¿y si lo que había escuchado no salía bien y se veía implicada? Tenía que ser astuta y eso se le daba muy bien.
-Dame algunos días, Rodrigo. Te prometo que antes de que aceptes tu nuevo cargo tendré una respuesta-. De esta forma podría ganar algo de tiempo y ver qué cabezas cortaban después de que el presidente del gobierno se desintegrara en mil pedazos.
-Vale, lo entiendo, pero por favor, piénsatelo.
Se despidieron con un suave beso. Las veinticuatro horas habían concluido y Vicio se marchó.
            En la otra punta de la ciudad un licenciado en medicina y con un maletín verde llamaba incasablemente a una puta de la que se había enamorado. Obsesionado por volver a verla y nervioso por comprobar que llevaba veinticuatro horas con el teléfono apagado, decidió esperarla delante del cuarto sesenta y nueve de aquella penosa pensión.
Vicio, ya en el taxi, encendió el móvil. Sesenta y dos llamadas del mismo número. –Los hay muy desesperados-. Bromeó consigo. –Como si no hubiera más putas-. Tal vez eso cambiaría, las llamadas a deshora, la disponibilidad continua. Recordó la propuesta de Rodrigo, cada vez la convencía más.
El taxi paró frente al hostal, Vicio pagó y se permitió el lujo de dejarle propina. Al bajar del coche percibió una figura masculina apoyada en el alféizar de la puerta de su habitación. Se lamentó. No tenía el cuerpo para mambo, estaba cansada y sólo quería dormir.  Al acercarse a la entrada descifró al enigmático hombre que la esperaba. Era él, era el médico. El hombre que la hacía estremecerse con una mirada. El masoquista, al que le gustaba jugar duro. Al que drogó y dejó en la puerta de su casa inconsciente. Permanecieron en silencio. Él se acercó, Vicio retrocedió. Se había jurado no darle más un servicio. Pero, ¿y si le daba el último servicio a él y se despedía de esta profesión saliendo por la puerta grande y cortando orejas? Sí, sería su último servicio y no volvería a ver a ese hombre que la volvía loca, pero terminaría haciéndole daño. Sí, lo haría y luego aceptaría la propuesta de Rodrigo.
Pero como todo en la vida, las decisiones que tomamos pueden dar un giro inesperado, y lo que debería haber sido se esfuma con el viento, poniéndonos ante nuevos retos. ¿Será Vicio capaz de afrontar lo que le depara la vida? Lo que está claro es que no será lo que ella imagina.


   Que Alá esté contigo 
 لله يكون معك ، أنت قلبي ، والكلمة والفكر