Este blog será nuestro punto de encuentro, en él se unirá la magia, los sueños, la luna y la literatura. ¿Por qué la luna? Porque es mi hogar. ¿Por qué la literatura? Porque es como único entiendo la vida.

sábado, 28 de junio de 2014

Tu mejor amante

¿Se acaban las palabras cuando se acaba el amor? Nos pasamos la vida buscando que nos quieran. Ese incesable husmeo del ser humano por ser amados, correspondidos, por sentir las mariposas en el estómago (aunque eso signifique que nos hemos tragado un insecto). Y ponemos el afecto en venta...entonces llega el primer amor, fugaz por su precocidad, en ocasiones eterno, por las cosas del destino, y nos deja una huella imborrable (para bien o para mal). Y con la primera grieta del corazón (aún soportable pero no reparable) nos preguntamos si volveremos a amar o peor aún, si habrá entre los millones de habitantes de esta bola que gira, alguien dispuesto a cortejarnos. Y continuamos con la búsqueda, desperdiciamos amor como clinex (que secan nuestras lágrimas) como hojillas de usar y tirar (que te cortan el alma) como chicles, que después de desgastarles el sabor, de masticarlos... escupes lamentándote del regusto amargo que te deja en la boca. Porque los amores no correspondido son agrios, acidulados, avinagrados, desagradables. Pero todo tiene solución, te lavas los dientes, te pones una tirita, te lames las heridas, compras otro orgullo, te disfrazas de autoestima y sales en busca de un nuevo amor (ya es una cuestión personal). Y te conformas con cualquier cosa, todo vale bajo el lema: "esta vez, si puedes, quiéreme". Y llamamos querer a qué, ¿a noches románticas paseando bajo la luz de la luna? ¿A tardes contándonos lunares? ¿A miradas largas y cómplices? ¿A remar hacia el mismo lado de la corriente cuando el río se pone en nuestra contra? ¿A dejar nuestra huella en el colchón de tanto amarnos? ¿A dolerle a la vida sin que nos duela ella? ¿A ser un secreto a voces? Y vuelves a fracasar y las grietas ya son demasiadas...y duelen, escuecen y te desesperas, y gritas, pataleas, lloras y te preguntas el por qué... Por qué yo no, por qué aquel otro sí, por qué si yo di...por que si me dijo que...y las preguntas tejen de melancolía un alma que sólo quería amar y ser amada...¿y ahora? ¿Se acaban las palabras? ¿Se escurren los sueños como la cera de una vela a medio consumir dentro de un corazón que aún conserva luz? Y escuchas sonar las teclas de un piano acompañadas por los acordes de una guitarra, y con cada acorde tú disminuyes, mermas, decreces, encoges, declinas, aminoras, reduces, te consumes...y antes de desaparecer te abrazas y lo entiendes, todo cobra sentido...era tu propio abrazo lo que llevabas toda la vida buscando en brazos ajenos...y te lamentas por ese derroche de emociones, por esas lágrimas desgastadas, por mendigar y alimentarte de migajas (cual paloma a la que le tiran pan y acelera el vuelo por picotearlo) y sólo te arrepientes de...de los besos que no te diste, de las caricias que no te regalaste, de no sonreirte al darte los buenos días... De no recordarte que tú y sólo tú, eres tu mejor amante.

jueves, 26 de junio de 2014

¡Ay, amor! hay amor, ahí, amor.

Llegaste a mi, lisonjera,
a amar mi cuerpo, 
con tu risa ligera.
Posaste en mi nido tu alma,
arrodillando mi esencia, 
soliviantado mi calma.
Ardía en mi tez el deseo,
me tumbó la pasión
sin rodeo.
Allí empezó el viaje de mi vida,
prendida a la candidez
que me dejó tu herida.
Ahora vago por el cielo,
donde no hay luna
ni amores ciegos.
Te busco en la noche,
te lloro en el día,
amanezco sola
y con el alma vacía.
¡Ay, amor fugaz!
Amor real.
¡Ay, amor sincero!
Amor sin te quieros.
¡Ay, amor de mi vida!
Amor sin medida.
¡Ay, amor! Hay amor, ahí amor

martes, 24 de junio de 2014

Huellas

Alguna vez escuché la expresión de: "no somos nadie". Quizá fue en algún tanatorio donde un anciano se lamentaba por la pérdida de su colega de partida de "dominó" con un: -Ay, señor, no somos nadie-. Puede que se lo oyera a algún depresivo: -Mierda de vida, no somos nadie-. O quizá no lo he oído en la vida y me estoy tirando el rollo. A mí me gusta pensar que somos huellas de niños al correr por la arena. De besos de chocolate. Huellas de pisadas en la nieve. Huellas de unas manos enredadas en un alma asustada. Huellas de unos labios de miel decorando unos senos sedientos de amor. Huellas de historias pasadas que dejan heridas. Huellas de nuevos y temidos romances. Huellas imborrables e insustituibles. Huellas de lo que no di, quizá por temor a revivir viejas huellas o por cobardía de inventar huellas nuevas. Huellas que han trazado lo que soy...pero quizá no de lo que quede por ser. Huellas, eso somos...huellas de un viejo libro con las letras desgastadas por las caricias de sus lectores. Huellas de la tinta de esa carta de amor que escribiste pero...pero no, no enviaste. Huellas de los versos que se quedan en el camino recitándole a la nada. Huellas que dejan un te quiero en susurros arropado por el eco que lucha por no acallarlo jamás. Huellas, infinitas huellas trazando el pergamino de tu alma. Luchando contra el olvido...olvido imposible de postergar porque está tejido por las huellas de tu andar.

domingo, 22 de junio de 2014