Este blog será nuestro punto de encuentro, en él se unirá la magia, los sueños, la luna y la literatura. ¿Por qué la luna? Porque es mi hogar. ¿Por qué la literatura? Porque es como único entiendo la vida.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Lágrimas de lluvia

 -Estoy decidida.
-¿Cuándo lo decidiste?
-Hace mucho.
-¿Dónde estaba yo el día de esa decisión?
-Hace mucho que dejaste de estar.
Tras una absurda conversación solo quedaba ante ellos una amplia carretera que los conduciría a caminos diferentes una vez llegaran a su destino. Una carretera oscura, que temía a la noche, una carretera que parecía encogerse cada vez que el cielo se iluminaba con uno de sus rayos. Una carretera mojada por las lágrimas del cielo derramadas sobre ella. Una simple capa de alquitrán...

-Creo que deberíamos volver a intentarlo.
-¿Ahora? Sabes cuánto tiempo llevo esperando escucharte decir eso, sabes cuántas noches me he dormido sintiendo las caricias de mis lágrimas. No, ya no hay segunda oportunidad, gracias por la cena y por la velada, que llegó tarde, pero al menos llegó. Esto no ha sido una cita, ha sido el ejemplo de que todo gira en torno a tus deseos. Se acabó está decidido.
-Mi amor. Le dijo mientras le ponía la mano en el muslo haciendo que se estremeciera de deseo por él. La visitó el recuerdo, sus manos acariciándola, manos de las que ella estaba enamorada...su respiración sobre su cuello, su olor y la suavidad de su piel...volvió en sí, nada, ningún recuerdo debía hacerla cambiar de opinión.
-Ya no soy tu amor, le dijo mientras le retiraba la mano del muslo lentamente, para sentirla por última vez.

La luna luchaba contra los rayos y las lágrimas del cielo. Intentó hacerse notar, brillar y con su presencia ablandar el corazón de aquella mujer que tanto había sufrido, pero que estaba a punto de sufrir aun más. Deseó acercarse a ella, susurrarle al oído que a veces hay que amar, perdonar y olvidar. Quiso columpiarla en ella, arroparla y sanar sus heridas, pero ella era la luna, y su única misión era brillar y teñir de romanticismo los paseos de los enamorados a la orilla del mar. No podía cambiar el destino.
La carretera empezó a estrecharse, las curvas jugaban a esconderse y a hacerse más difíciles de encontrar. La lluvia los acompañaba cayendo en el cristal con furia.
-Sabes que me quieres, no te sigas haciendo la dura, he aprendido la lección.
El corazón de Sandy empezaba a ablandarse y él lo sabía. Sabía el poder que ejercía sobre ella, unas cuantas frases cargadas de culpabilidad y esa noche dormiría enredada en sus brazos después de hacerle apasionadamente el amor. La echaba de menos, eso no podía negarlo, su olor, su forma de bailar dentro de su cuerpo con delicadeza. La furia que desataba la primera explosión de placer en ella y su metamorfosis en una tigresa en celo. La deseó, como no la deseaba desde hacía meses.
-No insistas, esta noche solo me llevarás a la puerta de mi casa. No entrarás a mi cuarto y no me enredaré en tu cuerpo. Parecía que le había leído el pensamiento.
La agresividad de la lluvia los puso en tensión a los dos. Aminoró la marcha, no solo por precaución, empezó a intuir que Sandy hablaba en serio y quiso prolongar el regreso a casa. Tenía que hacerla cambiar de opinión y lo conseguiría, solo necesitaba unos minutos más.
-Sandy, yo te quiero. No sé que me pasó, creí...
-No sabes qué te paso, yo te diré lo que te pasó y tiene nombre y apellidos.
-No es lo que crees, siempre juzgando, era una simple compañera.
-Si ya, da gusto tener compañeras a las que meterles la lengua hasta la campanilla.
-Eso fue un error...y me arrepentiré toda mi vida.
La discusión empezaba a calentar el ambiente, la lluvia se enfurecía con cada uno de sus reproches, la carretera se volvía invisible...
-Ese error te va a salir muy caro, llevas dos meses desaparecido, probablemente cometiendo errores con ella y mientras tanto en mi interior está...Un bache los distrajo de la conversación y centraron su atención en la carretera.
-En tu interior qué, crees que yo no me siento mal, que en mi interior no sufro las cosas.
-En mi interior está creciendo un hijo tuyo. Gritó desesperada Sandy mientras explotaba en llanto. La miró perplejo, fue un solo segundo, un segundo en el que apartó la vista de la carretera. El coche se salió de la calzada, intentó frenar pero perdió el control de la dirección, dieron varias vueltas de campana, chocaron contra un muro y después silencio...
Abrió los ojos con dificultad, estaba mareada. Oía voces, la trasladaban en una camilla...”a quirófano tres”, escuchó con dificultad, se cerraron unas puertas e hicieron mucho ruido. Algo entró en su cuerpo, primero un pinchazo, luego oscuridad...Después, aun no se sabe...su último recuerdo, él.