Este blog será nuestro punto de encuentro, en él se unirá la magia, los sueños, la luna y la literatura. ¿Por qué la luna? Porque es mi hogar. ¿Por qué la literatura? Porque es como único entiendo la vida.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Cerrando capítulos


 


El sonido de la puerta al cerrarse le anunció que acababa de quedarse sola ante aquella situación. Su mejor amigo, aquel que durante dos meses había acudido a su llamada de auxilio, se había marchado y dejó en su lugar sabios consejos que con dolor debía poner en práctica. Sentada en el suelo, abrazando sus rodillas recordaba la conversación.
-Dafne por favor, necesito que esos preciosos ojos verdes dejen de llorar de una vez. Llevas dos meses ahogándolos en lágrimas. Por favor, pon de tu parte. Le dijo preocupado al ver que aquella situación se le estaba yendo de las manos a la dulce Dafne.
-No puedo, no lo entiendes. Cómo aprendo ahora a vivir sin él. Yo lo quiero, quiero estar con él. Me prometió que estaríamos siempre juntos. Me pidió tantas cosas, las mismas que ahora no está haciendo por mí.
-Dafne, tú no puedes pretender que haga las mismas cosas que haces tú por él.
-Pero es lo correcto, mi cabeza no consigue procesar que me pidan que luche, que tenga paciencia, y mil cosas más y que luego me dejen de esta forma. ¿Acaso yo no soy merecedora de que luchen por mí? Repetía entre sollozos.
-Tienes que aprender que todos mienten. Te ha mentido, a él ya no le interesa estar contigo, por las razones que sean, pero no le interesa y tú tienes que aceptarlo. Lo único que estas haciendo con tus insistentes llamadas es alargar tu agonía. No va a volver. Olvídate de sus explicaciones, de sus miedos, inseguridades…cuando hay verdadero amor eso se supera, cuesta pero se supera. Sencillamente se acabó el amor por su parte, y debes asumirlo. Claro que eres merecedora de que luchen por ti, pero él no lo hará. Deja de esperar. Le dolía tener que ser tan duro con ella, pero estaba viendo como en dos meses se había deteriorado física y emocionalmente esperando por alguien para quien ella ya no era importante.
-No lo voy a superar nunca, no puedo, no puedo. Y se abrazó a él, buscando el consuelo que llevaba meses esperando. Lloró, lloró con tanta fuerza que pudo sentir como se le desgarraban pequeñas fibras de su frágil corazón. Fibras que tal vez cicatrizarían, pero siempre estarían ahí para recordarle lo doloroso que era jugar al juego del amor.
-Dafne sabes que me quedaría contigo pero tengo que irme, Martina me espera, además tengo que quedarme con el niño. Se sintió culpable por tener que dejar a su amiga allí, en aquel estado. Pero peor aún se sentía al ver que no era ni la sombra de lo que había sido. Había dejado de ser una mujer feliz, risueña, ocurrente, valiente…convirtiéndose en una joven asustada del mundo, de lo que estaba por venir, de lo que dejaba atrás…no sonreía, no tenía ilusión por nada. Se estaba marchitando como una hermosa flor expuesta al sol sin un poco de agua que saciara la sed de sus raíces. –Escúchame, tienes que empezar a darte órdenes. Cada vez que sientas deseos de llamarlo, de escribirle, envíate la siguiente orden, “No, esto no es bueno para mí, esta persona no me quiere”, tu parte racional tiene que anular a la emocional. Por favor, no te dejes morir. Le dio un tierno beso en la frente y se fue, cerrando la puerta a su espalda, con un terrible dolor por el estado en el que veía a su mejor amiga.
            Ahora que estaba sola en aquella casa donde cada rincón le recordaba a él, a Jose.  Después de repetir en su cabeza una y otra vez la conversación de su amigo, su salvador, el que corría en su rescate cada vez que lo llamaba, a cualquier hora y escuchaba paciente su dolorosa historia de desamor con objetividad y le daba duros consejos cargados de sabiduría, ahora había llegado el momento de tomar las riendas de su vida. Se levantó del suelo y escribió un mensaje de texto: “este mensaje intento escribírtelo con la mayor serenidad que puedo…”  Cuando terminó de escribir, leyó lo que había puesto, ya no le quedaba más por decir ni por hacer, estaba intentando cerrar un capítulo de su vida, un capítulo que le habían obligado a cerrar en contra de su voluntad. Se dirigió a su habitación y sacó de debajo de la almohada la foto con la que llevaba dos mese durmiendo. En ella se veía a Jose tumbado en la cama, dejando descansar el peso de su precioso cuerpo sobre el brazo derecho, con una sudadera gris y cara de interesante. La miró una vez más, la besó y la metió en una caja de madera, -te deseo lo mejor-, murmuró. Junto a la foto guardó un llavero plateado con forma de corazón y piedrecitas rosas, un imán de nevera en el que se podía leer love, un pequeño colgador adornado con un hada, un libro y millones de recuerdos. Lo único que no metió en la caja fue un llavero, era una bola lila con un nudo marinero. Jose se lo regaló el día de su primer beso, una noche en la que él se quedó trabajando hasta tarde y ella fue a visitarlo. Entre risas y coqueteos empezaron a jugar con el llavero y él tomó la iniciativa de besarla. Desde ese día el llavero y el recuerdo de ese primer y mágico beso la acompañan. De eso hacía dos años y diez meses exactamente. Guardó la caja de los recuerdos en el fondo del armario. Fue hasta su escritorio y se escribió una carta a sí misma.
El amor se acaba y duele. Nuca atiende a nuestros deseos, es caprichoso y egoísta. El que abandona tiene sentimiento de culpa, el que es abandonado se revuelca en su dolor como un animal en el fango. El que abandona tiene nuevos proyectos en mente donde no cabe la persona del pasado, el que es abandonado tiene que construir nuevos proyectos sin la presencia de quien creía que estaría siempre en su vida. El peso del fracaso ensombrece el camino. Pero al final siempre queda una canción que cuenta tu historia, un color que describe tu estado de ánimo, un recuerdo que te persigue, el amor que sientes por él y no quiere en su vida y  lo que deseas que se te escurre entre los dedos…y llegados a este punto sólo te queda llorar por lo perdido, por lo que deseaste  y por lo que ya no volverás a tener nunca. A él.
-No culpes a nadie Dafne, él no debe culpa de que lo convirtieras en el sentido de tu vida, y ahora sin él no le encuentres sentido a nada. Se dijo.
Cogió la carta que se había escrito a sí misma y la pegó en el espejo de su dormitorio. Ahora sólo tenía una opción. Aliarse con el tiempo.