Este blog será nuestro punto de encuentro, en él se unirá la magia, los sueños, la luna y la literatura. ¿Por qué la luna? Porque es mi hogar. ¿Por qué la literatura? Porque es como único entiendo la vida.

miércoles, 23 de julio de 2014

Microcuentos

Cuatro cosas quiero gritar,
a los cuatro vientos que me hacen callar, 
cosas como que amarte es mi felicidad,
aunque en secreto esta pasión deba fraguar.
Vientos alisios vienen a susurrar,
otras tantas pecaminosas de rebelar,
y ya con la borrasca es inevitable callar
que muero por beberme tu boca,
que sabe a dulce de leche y mazapán.

Y sin que tú lo sepas,
serás mi princesa,
aunque entre tus sábanas no teja,
los hilos de mi entereza.
Ya te dije, amor, que no me vengas con rarezas,
que te pinto de colores los miedos y tristezas.

Sí tan sólo un instante fuese eterno, y el frío de un adiós fugaz, no dolería tanto tu ausencia ni las horas muertas en las que no estás.

Ahora que quiero contar tu historia con los versos malditos del desamor, sangran las hojas impregnadas con el aroma a tinta de olvido y borrón. Se desgarran en prosa las caricias del corazón y lloran en narrativa con lágrimas de perdón.

Y ahora que no te tengo, me duelen los besos que no te di.
Los sin sabores de la vida que huelen a derrota y a jazmín.
Versean  mis labios bohemios sobre la noche en la que te conocí,
donde hasta los gatos callejeros maúllan tu nombre al dormir.

Quiero querer-te,queriendo-me...quiere-me queriendo-te porque sólo queriendo-nos nos- querremos como merecemos...

Cosas del querer

Por qué duele tanto esto del querer, que va tejiendo ilusiones con aroma a miel, cosiendo sentimientos con agujas de cordel y pintando mariposas en sus sueños de papel.
Por qué cuando crece se instala la insensatez, que le da paso al miedo traicionero e infiel, destiñendo los colores que bañaron alguna vez la inocencia de ambos de vernos envejecer.
Por qué se sienta a tú lado el olvido sin querer, cuando permanecer en tu memoria es el anhelo de mi ser, y se desdibuja mi figura que pertenece a ese ayer, al que yo me aferro sabiendo que me va a vencer.
Por qué se me escurren entre los dedos los te quiero que escuché a la sombra de aquel árbol que acunó nuestro perecer a base de besos de aceituna, caramelo y praliné, y caricias dulces que me hicieron enloquecer.
Que cosas estas las del querer que aún matándome mil veces mil volvería a nacer para buscarte en otras vidas con otro rostro u otra piel y dormirme en tu regazo mecida por los verso que inventé.