Este blog será nuestro punto de encuentro, en él se unirá la magia, los sueños, la luna y la literatura. ¿Por qué la luna? Porque es mi hogar. ¿Por qué la literatura? Porque es como único entiendo la vida.

lunes, 2 de julio de 2012

Deseos pecaminosos. 5ª parte.


            Llevaba días pensando en aquel encuentro y recriminándose el comportamiento de estúpido que tuvo. A su edad, y que aquella jovencita lo manipulara de esa forma. No entendía su comportamiento, cada vez que ella estaba cerca perdía el control, sus deseos pecaminosos lo arrastraban y lo convertían en su esclavo. Lejos quedaba el Cirios melenas terror de las nenas de antaño, como solían llamarlo  sus amigos al ver que se llevaba a la cama a cualquier palo con falda que le menease la melena y que quedaban tan satisfechas que insistían en repetir. Pero se sentía mayor, tal vez oxidado. Había perdido práctica, se había acomodado y todo ello unido a la falta de pasión de su mujer y al tornado que era Laura, sentía que la situación lo superaba. La comunicación a través de las redes sociales continuaba. Ella, puro morbo, conseguía con cada mensaje quitarle el óxido de su miembro viril.
            Estaba decidido, quedaría con ella una vez más, le haría el amor salvajemente y luego desaparecería para siempre dejando sólo el rastro de una verdadera noche de pasión.
            A las nueve de la noche estaba frente al portal del piso de Laura, más arreglado de lo normal, más nervioso de lo habitual y con una botella de lambrusco en la mano. La puerta principal se abrió y subió hasta la tercera planta. La puerta del piso estaba entreabierta. Dentro olía a jazmín, había varias velas aromáticas encendidas y la voz de Amy Macdonals rompía el silencio. La mesa estaba preparada para dos al lado del balcón, que invitaba a unas vistas preciosas. La ciudad dormía en silencio engalanada con su vestido de luces. Arropando la mesa un mantel rojo, decorándola cubertería y vajilla de diseño. Buscó a Laura, y al verla salir de su dormitorio con aquel vestido rojo de gasa que dejaba ver que no llevaba ropa interior, tiró al suelo su armadura de super macho. Disimuló.
-Oh que detalle, has traído vino. Le dijo divertida mientras le quitaba la botella de las manos y la descorchaba con coquetería.
-Estás muy guapa. Consiguió pronunciar. Y ella le sonrió.
-¿Comemos? Preguntó ella indiferente creyendo que esa noche también tendría el mando.
            La cena transcurrió de forma agradable. Hablaron de cosas importantes y por un momento se olvidaron de los deseos pecaminosos y los unió la amistad, el cariño y la complicidad que si te descuidas conduce al amor. Del lambrusco no quedaba ni una gota. Reían sin motivo. Guardaban silencio y compartían miradas largas. Pero Laura se alertó, aquello era precisamente lo que no buscaba, de lo que quería huir. Así que subió la guardia y empezó con su juego. Acariciaba la pierna de Cirios por debajo de la mesa. Subía su pie y rozaba su entrepierna con delicadeza. Lo miraba con picardía y mordía las fresas con tanto deseo que se excitó ella misma. Viendo la incomodidad de él, verlo moverse en la silla, nervioso, torpe, hacía que ella más jugara, más poderosa se sintiera. Cirios la miró. Cuanto deseaba a aquella maldita mujer que le estaba haciendo perder la cabeza. De algún lugar resurgió su orgullo masculino, se levantó de golpe. Laura, sorprendida se puso tensa. Acababa de desatar la fiera y aquella noche había perdido la batalla. Cirios la levantó de la silla con violencia y le arrancó aquella gasa que sólo acariciaba su cuerpo. Viéndola allí desnuda frente a él ya no parecía tan peligrosa, tenía un cierto aire de fragilidad que lo excitó aún más. La volvió a mirar. Aquellos pechos turgentes que desafiaban la ley de la gravedad. Sus curvas, parecían estar esculpidas por el mismo Vincenzo Danti. Y era toda para él. Esa noche sería sólo suya, y después desaparecería dejando su olor en la almohada. La cogió en brazos y la llevó a la cama. La lanzó allí como si fuese una pluma. Laura estaba aturdida por aquella reacción. Pero a la vez húmeda y deseosa de ser tomada, maltratada sexualmente. Cirios se desnudó. Ella recorrió con sus ojos su cuerpo. Estaba fuerte. Había mejorado con los años. Su piel morena en contraste con su pelo rubio. El torso terso, las piernas musculosas. Un hombre, eso era lo que tenía delante. Un hombre con deseo, así lo demostraba su pene erecto. Se estremeció al mirarlo. El recorrió sus piernas y llegó a su lugar secreto, a su guarida. Lamiéndole su interior, bebiendo de ella. Laura jadeaba. Estaba a punto de alcanzar el climax y él lo notó por sus pequeñas contracciones. Pero no la dejó llegar. Esa noche mandaba él. Siguió recorriendo el mapa de su piel con su lengua. Mordió sus pezones, cada vez más rígidos y mordió su boca. Ella le susurraba que la penetrara.
- Shhh, relájate querida. Estamos en los entrantes. No quieras llegar tan rápido al postre. Te puede sentar mal la comida. Le susurró, evocando en ella los recuerdos de la última cita en el local chill out. Y haciéndola ver que había iniciado un viaje peligroso en el que no llevaría el timón del barco.
            Él seguía concentrado en hacerla disfrutar. Y cuando vio que se rendía al placer la penetró. Gritó. Laura soltó un grito ahogado y sumiso. Se rindió ante su hombría. Y él continuaba moviéndose dentro de ella, bailando con su sexo en su interior una danza suave, a veces más agresiva. Pero ante todo placentera. Los cuerpos de ambos se fundieron y se derritieron de placer. Se mordieron, clavaron sus uñas, gemían y cuando los cuerpos de ambos se tensaron, cuando sus ojos se quedaron en blanco fue cuando llegaron al éxtasis del placer. Sudorosos y con la respiración entrecortada permanecieron tumbados. El silencio se prolongó. Cualquier palabra podía estropear aquel apasionado momento. Se miraron. Cirios sintió verdadera ternura por aquella bella mujer que lucía aún más guapa después del orgasmo. Pero tenía que ser cauto. Detrás de aquel angelito podía encontrarse un demonio que quería llevarlo al infierno. Y él no podía permitir semejante descuido a su edad. La volvió a mirar. Se levantó de un solo movimiento y comenzó a vestirse. Laura seguía en silencio. No podía creer lo que estaba sucediendo.
-Buenos, ya hablamos por el Facebook. Le dio un beso en la frente y se marchó. Dejándola probar de su propia medicina. Laura, con el orgullo herido permaneció en silencio en su cama, tapándose sus vergüenzas con la sábana, ya que las del alma habían quedado al descubierto. Ella había comenzado el juego, y no le gustaba perder. La partida se le había complicado un poco, pero no estaba perdida.

2 comentarios:

  1. ¡Hola nena!
    Hermoso blog. Te he nominado para el meme de El club de las escritoras. Publiqué mis preguntas en mi blog
    vulturific.blogspot.com y en la correspondiente entrada de Dulce.
    Un beso Lou

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  2. Hola, me alegro que te guste. Y qué tengo que hacer aparte de registrarme en tu blog? Muakis

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