Este blog será nuestro punto de encuentro, en él se unirá la magia, los sueños, la luna y la literatura. ¿Por qué la luna? Porque es mi hogar. ¿Por qué la literatura? Porque es como único entiendo la vida.

viernes, 11 de enero de 2013

Por segunda vez

Ya había vivido esta escena. También estaba advertida. De nada le sirvió pelearse con el mundo, con sus amigas y conocidos cuando le repetían una y otra vez “volverá a dejarte, volverá a hacerlo”. Pero ella y su estúpida fe ciega quisieron seguir adelante, confiar en él y en el amor que creía que sentía por ella. Craso error. Ese amor no existía, era como un oasis en el desierto, como la fragancia de un perfume que te trae bellos recuerdos, como el agua que se escurre entre tus dedos dejándote esa sensación de frío en las manos, como la nada. Y ahora estaba sola, una vez más, enjugándose las lágrimas con su suéter desgastado. No quiso llamar a nadie, ¿para qué? Sólo escucharía reproches “te lo advertí.” “Jódete, por falta de decírtelo no fue.”  Y por más que le doliera reconocerlo tenían razón. Se creyó Aquiles en la guerra de Troya, desafiándolos a todos con su espada y su falsa creencia de inmortalidad. Así que decidió agachar las orejas, meter el rabo entre las patas y alejarse en silencio.
La maleta descansaba sobre la cama, abierta, dispuesta a recibir todos sus sueños frustrados, sus penas y recuerdos. Iba metiendo la ropa con cuidado, agotando hasta el último segundo, creyendo que ocurriría un milagro, que su teléfono empezaría a sonar, aparecería la imagen de él reflejada en la pantalla, descolgaría el teléfono y escucharía su voz, pidiéndole disculpas, pidiéndole que no lo abandonara y lo ayudase a solucionar sus problemas. Pero nada de eso ocurrió. Ese era su fallo, siempre había vivido soñando, creyendo que recibiría de los demás lo mismo que ella daba, pero la realidad era bien distinta y no podía culpar a nadie, ni siquiera a él. Ella había decidido amarlo incondicionalmente, darle todo lo que le pidió, si él no supo valorarla, si no quiso amarla, ella no tenía armas para enfrentar esa guerra.
Cerró la maleta con las escasas prendas que decidió meter en ella y muchos recuerdos que se quisieron colar. Desactivó el wathssap, canceló su cuenta de Facebook, y se despidió de su vieja vida.
La dulce voz de la azafata la obligó a salir de sus pensamientos. – ¿Desea tomar algo?-  Guardó silencio al ver las lágrimas de la joven pasearse a sus anchas por su linda cara. Giró nuevamente la cabeza hacia la ventanilla y siguió perdida entre las nubes que paseaban a su lado del avión. No tenía destino. Sólo cargaba con la tristeza de un pasado que pretendía quedarse de ocupa en su corazón.

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