Este blog será nuestro punto de encuentro, en él se unirá la magia, los sueños, la luna y la literatura. ¿Por qué la luna? Porque es mi hogar. ¿Por qué la literatura? Porque es como único entiendo la vida.

viernes, 8 de junio de 2012

Cuando se acaba el amor



     Sentada en medio del inmenso salón metía todos y cada uno de sus recuerdos en una caja de cartón. Se había prometido no llorar, o por lo menos intentarlo. Estaba de duelo, velaba a alguien que aún seguía con vida, pero no en la suya. Poco a poco, con algo de dejadez introducía todas sus pertenencias. Miraba de vez en cuando hacia la puerta, mantenía la esperanza de verlo entrar, correría hacia ella, la abrazaría y le pediría perdón. Perdón por no darle lo que se merecía, perdón por no valorar todo lo que había hecho por él, perdón por estar ahí en cada uno de sus fallos, esperando paciente, y en cambio él, a la primera de cambio, se alejaba de ella sin una explicación, con un simple "estamos mal" pero sin hacer nada para solucionarlo. Dáfne se odió, por no entender por qué la dejaba, por no haber recibido lo dado, por haber estado a su lado, atendiendo sus súplicas y recibir tanta indiferencia. -Tenía otra, no le cabía la menor duda, o sencillamente había dejado de amarla-, se repetía continuamente. Era la única explicación que podía encontrar a echar por la borda dos años de una hermosa relación, con sus dificultades, pero hermosa. Y ahora estaba allí, sentada en el salón mirando la puerta, esperando a alguien que no llegaría.
     No cumplió su promesa. Lloró, lloró tanto que por un  momento sintió que se le desgarraba el alma. Lloró por la falta de amor, porque la dejara en la estacada, a ella que nunca lo dejó caer, a ella que siempre pensó en él antes que en ella misma.
     Los últimos objetos de escaso valor fueron introducidos en la caja con pena. Ya no había nada más a su alrededor. Se levantó del suelo y miró por la ventana. La vida seguía su curso, ajena a su dolor. ¿Cómo podía seguir el mundo girando mientras ella se rompía en pedazos? ¿Cómo podía él continuar con su vida y dejarla así? ¿Acaso carecía de conciencia? Se maldijo, no era la primera vez que pasaba por aquello, en un pasado no muy lejano, la cameló, la enamoró y la dejó, igual que hacía ahora.
     Vagó por la casa, atesorando cada momento vivido en ella, enriqueciéndose de todas las experiencias. Lo amó tanto, seguía amándolo con locura hasta el extremo de llegar a odiarlo, porque sólo cuando se ama mucho se puede llegar a odiar con la misma intensidad.
     Caminó hacía la puerta, volvió la vista hacia atrás, por sus ojos pasearon miles de recuerdos, cenas romanticas en aquel salón, noches de película abrazados en el sofá. Sexo desenfrenado y apasionado. Conversaciones, momentos de complicidad. Sencillamente amor. Suspiró por última vez y cerró la puerta, dejando a su espalda la mejor época de su vida.

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