jueves, 9 de octubre de 2014
Hoy me dio por ser valiente
lunes, 6 de octubre de 2014
Antología de una prostituta 12
jueves, 2 de octubre de 2014
Conviértete en un buen recuerdo
jueves, 25 de septiembre de 2014
Plazo cerrado
miércoles, 24 de septiembre de 2014
Huida hacia el señor 4
miércoles, 17 de septiembre de 2014
Micro cuento
martes, 16 de septiembre de 2014
Rumbo a nuevos mundos
lunes, 15 de septiembre de 2014
viernes, 12 de septiembre de 2014
La cantautora que olvidó su sueño
martes, 9 de septiembre de 2014
Tengo un deseo
lunes, 8 de septiembre de 2014
Decálogo de una loca
sábado, 6 de septiembre de 2014
Mírame
miércoles, 3 de septiembre de 2014
Sonríe, mujer
martes, 26 de agosto de 2014
Sueños
miércoles, 20 de agosto de 2014
Mi abuela la chamana
Mi abuela era chamana. No. No crean que era de esas brujas con plumas en la cabeza, collares de dientes de elefante y pintadas en la cara con la sangre de algún animal sacrificado. Mi abuela era una chamana de las buenas. De metro cincuenta (albergaba mucha sabiduría en poco espacio). Con el pelo blanco, muy largo, y la cara redonda como la luna llena. Vivía en el centro del bosque, a ella le gustaba llamarlo el centro de "La madre tierra", en una cabaña de roble, donde siempre olía a sahumerio, para honrar su hogar, el que consideraba que estaba vivo.
Mi abuela se dedicaba a devolver el alma al cuerpo de la gente y a sanar los corazones rotos. Yo, a mis diez años, no entendía como alguien sin alma ni corazón (o al menos roto) podían llegar hasta Hamuaguaka (como llamaba mi abuela a su casa). Cuando esto sucedía mi abuela me mandaba a jugar al bosque (pero nunca fui muy obediente) y solía esconderme entre las cañas de bambú del patio y observar lo que sucedía. El desalmado permanecía de pie en un círculo hecho con hojas de laurel. Mi abuela caminaba alrededor de él haciendo gestos de disgusto con la cabeza. Luego se untaba las manos con aceite de lavanda y las colocaba unos segundos en varias partes del cuerpo, algo llamado chakras. Encendía incienso y danzaba dando pequeños saltitos alrededor del enfermo mientras cantaba: LY OLAY ALE LOYA (danza del círculo) a la vez que tocaba el tambor. Cuando estaba en trance cesaba el baile, rezaba para llamar a sus animales de poder; la tortuga de tierra, que aporta serenidad y equilibrio y posee el don de esconderse en su caparazón mientras amaina la tormenta. Y el elefante, cuyo significado es la fuerza, el poder y el honor. Cuando atendían a su llamada, ponía las manos en el pecho del herido y con un golpe le devolvía el alma. Para el corazón roto les hacía beber el elixir del desamor: manzanilla, flor salvaje y diente de león...ayunar once días y los pedazos se recompondrían.
- Abuela, ¿por qué si desde que era niña me decías que el amor es lo más importante de la vida, vienen tantas personas con el corazón roto en busca de tu ayuda?-.
Le pregunté mientras bebíamos nuestra ayahuasca de las siete de la tarde, infusión con la que el espíritu salía de nuestro cuerpo sin que este muriera.
Mi abuela bebió, miró al frente, allí, al corazón de la tierra, donde podías escuchar palpitar las raíces de los árboles.
-El amor, pequeña, es parte de nuestra naturaleza. Es el estado de sentirse felizmente conectado a otro o el acto de llegar a conectarse. Es extender nuestro ser para incluir a otro.
-Entonces, abu, ¿por qué se acaba si es nuestra naturaleza, nuestra razón de ser, el fin último del ser humano?
-La duda es lo que debilita al amor. Cuando aparece la duda sobre la existencia del amor, entonces nace el miedo y con él muere el amor. El miedo interfiere en el amor porque es lo opuesto a este. Cuando crece el miedo, mengua el amor, pero aumenta la necesidad de ser amado.
-Es todo muy complicado, abu, sigo sin saber qué se debe hacer.
Mi abuela me miró sabiendo que sólo lo entendería en el momento adecuado, aún así continuó hablando.
-Pues amar, aumentar la dosis.
-¿Entonces, abu, para superar el miedo y la duda que genera el amor, la solución es el amor? ¡Es todo muy raro! ¿Y si es tan simple por qué la gente sigue viniendo con el corazón roto y sin alma?
-Porque dejan de amar.
-Pero no pueden hacerlo, se les ha roto el corazón y se les ha largado el alma.
-Escucha, pequeña, algún día no estaré y te romperán el corazón ahuyentando al alma, sólo podrás solucionarlo amando al dolor y este cesará.
De esa conversación hace más de veinte años. Ahora, aquí, en Hamuaguaka, bebiendo sola nuestra ayahuasca, sin alma y el corazón roto, intento amar al dolor... Pero no puedo, abu, no puedo. Y pido, que allá adonde hayas ido el día de tu partida (hace ya tanto) encuentres un hueco para devolverme el alma y recomponerme el corazón.
sábado, 16 de agosto de 2014
Muere
jueves, 14 de agosto de 2014
El día de mi partida
martes, 12 de agosto de 2014
El don de la palabra (escrita)
miércoles, 23 de julio de 2014
Microcuentos
Cuatro cosas quiero gritar,
a los cuatro vientos que me hacen callar,
cosas como que amarte es mi felicidad,
aunque en secreto esta pasión deba fraguar.
Vientos alisios vienen a susurrar,
otras tantas pecaminosas de rebelar,
y ya con la borrasca es inevitable callar
que muero por beberme tu boca,
que sabe a dulce de leche y mazapán.
Y sin que tú lo sepas,
serás mi princesa,
aunque entre tus sábanas no teja,
los hilos de mi entereza.
Ya te dije, amor, que no me vengas con rarezas,
que te pinto de colores los miedos y tristezas.
Sí tan sólo un instante fuese eterno, y el frío de un adiós fugaz, no dolería tanto tu ausencia ni las horas muertas en las que no estás.
Ahora que quiero contar tu historia con los versos malditos del desamor, sangran las hojas impregnadas con el aroma a tinta de olvido y borrón. Se desgarran en prosa las caricias del corazón y lloran en narrativa con lágrimas de perdón.
Y ahora que no te tengo, me duelen los besos que no te di.
Los sin sabores de la vida que huelen a derrota y a jazmín.
Versean mis labios bohemios sobre la noche en la que te conocí,
donde hasta los gatos callejeros maúllan tu nombre al dormir.
Quiero querer-te,queriendo-me...quiere-me queriendo-te porque sólo queriendo-nos nos- querremos como merecemos...
Cosas del querer
Por qué duele tanto esto del querer, que va tejiendo ilusiones con aroma a miel, cosiendo sentimientos con agujas de cordel y pintando mariposas en sus sueños de papel.
Por qué cuando crece se instala la insensatez, que le da paso al miedo traicionero e infiel, destiñendo los colores que bañaron alguna vez la inocencia de ambos de vernos envejecer.
Por qué se sienta a tú lado el olvido sin querer, cuando permanecer en tu memoria es el anhelo de mi ser, y se desdibuja mi figura que pertenece a ese ayer, al que yo me aferro sabiendo que me va a vencer.
Por qué se me escurren entre los dedos los te quiero que escuché a la sombra de aquel árbol que acunó nuestro perecer a base de besos de aceituna, caramelo y praliné, y caricias dulces que me hicieron enloquecer.
Que cosas estas las del querer que aún matándome mil veces mil volvería a nacer para buscarte en otras vidas con otro rostro u otra piel y dormirme en tu regazo mecida por los verso que inventé.