La
brisa del mar acariciaba su rostro.
Llevaba allí sentada toda la noche, había
tenido tiempo
de contar cada estrella que latía en el inmenso y oscuro cielo.
Echó de menos a alguien, a la hermosa y brillante luna que la había acompañado
otras noches de soledad e insomnio. El mar danzaba acompasado por el ir y venir
de las olas que acariciaban sus pies. Esa era su fuente de inspiración, sentada
a la orilla del mar escuchando su canto nocturno, pensaba en las imágenes más
hermosas jamás pintadas. Muchos la tildaban de loca, otros de genio y era esto
último lo que la había llevado a convertirse en una de las artistas más
admiradas de la época.
Nalia
vivía en un ático del bohemio barrio de Capri, en Italia. Era un barrio
peculiar, en él convivían un gran número de habitantes llegados de los lugares
más recónditos del mundo, tal vez por eso le gustaba a Nalia, porque sentía que
estaba en varios sitios sin moverse de allí. En Capri podía ver la celebración
del fin de año chino, el ramadán o una exhibición callejera de una película de
Boliwood. Nalia no era de ningún lugar y de todos a la vez, su padre se había
pasado la vida migrando de un país a otro y esto le había proporcionado una
fuente inagotable de experiencias vividas. Ahora había decidido quedarse en
Italia, tal vez porque allí conoció a su primer y único amor, o tal vez porque
fue en esa ciudad donde cambió su vida para siempre.
El
amanecer vino acompañado por el cálido relente de los días de verano. Se
levantó de la arena caliente por el peso de su cuerpo y se dirigió a su casa
para terminar los dos cuadros con los que se retiraría del mundo del arte. Esa
sería la exposición que la llevaría a la cúspide de su carrera. Llegó a casa,
se lavó los pies y una vez acomodada en su butaca se colocó con la boca un
pincel entre los dedos pulgar e índice del pie derecho y otro de la misma forma
en el izquierdo, y sobre el lienzo blanco empezaron a brillar colores cálidos y
fríos, combinados con líneas curvas y rectas.
Una
noche después de una perfecta cena en el Faraglioni, se dirigían a casa entre
risas y miradas cómplices, irradiando felicidad por cada uno de los poros de su
piel, Pierre le había pedido matrimonio y Nalia creía estar embarazada, la vida
les sonreía y les enseñaba su cara más afable, cuando un mustang del 66 se
atravesó en su camino y un conductor ebrio le arrebataba sus brazos y a Pierre,
enseñándole a Nalia la cara más trágica de la vida. Después de cinco años de
rehabilitación iba a cumplir uno de los sueños de Pierre, verla convertida en
una exitosa pintora, y así sería, aunque de sus pies emanara sangre.
EN ESTE ENLACE PUEDEN ESCUCHAR LA HISTORIA CON EFECTOS ESPECIALES:
Muy lindo nena!!!!
ResponderEliminarSinceramente, me gusta como escribes, es muy claro y directo. Además, Nalia es un nombre de los que más me gustan! (junto con Amelia, Anaya y Noelia...se asemejan jeje) Sigue actualizando :-)
ResponderEliminar¿te pasas por mi blog? Gracias !
http://diarioanecdotica.blogspot.com
Nos leemos, un abrazo a la distancia, desde Perú
Marianne