No hay
nada más hermoso que un beso. Un beso que se intuye en la mirada. Ese exótico
juego en el que los ojos se buscan, tímidos, y vuelven a perderse en la nada,
temerosos de que el otro lea en sus pupilas el deseo. Otra mirada que te
ruboriza, una sonrisa tonta y un tema de conversación absurdo para saciar las
ansias. Y vuelves a alzar la vista y ahí están esos ojos marrones diciéndote en
susurros, -yo también quiero besarte-. Se instala el silencio entre ambos,
acompañado del palpitar de sus corazones. Las mariposas revolotean allá abajo. Cambian
la postura, torpes tropiezan los cuerpos. Y ya no hay salida, la electricidad
estática cumple su función y los cuerpos se acercan, se atraen. Dudan. Y surge
el beso. Ese roce de labios suaves, ese jugueteo de lenguas húmedas. Es un beso
lento e interminable, que a pesar de la pasión que esconde, controla el deseo. La
situación se calienta, las manos empiezan a tomar la iniciativa y suben
nerviosas, se acarician la cara, el pelo, e intentan guardar en la memoria del
tacto, la piel del otro. Los labios se separan. Duele. No entienden qué ha
pasado ni si volverá a suceder. Se despiden con color en las mejillas y más
calor del habitual. ¡Ay un beso! Todo lo que esconde un beso. Una historia, una
caricia, un recuerdo y miles de fantasías. El desvelo en la noche y la añoranza
por volver a saborear el elixir que emana de su boca. ¡Ay un beso! ¡Cuánto sabe
un beso!
¡Qué grande eres! Que sabes hacernos soñar con la descripción de un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias Sonia...para mí los besos son importantes, me encantan, creo que dices más con los labios sellados por un beso que cuando se habla sin parar. Muakis
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