Los recuerdos son pétalos de
flores perfumadas que acarician el alma, transportándote a lugares lejanos
donde distes besos caramelizados y caricias de terciopelo. Son susurros que
trae el viento y hacen latir el letargo dormido del olvido. Destellos de luces
de colores y aroma a azahar.
Los recuerdos son la eternidad, la vida anclada a lo que fue y a lo que deseas que siga siendo. Espuma del mar que siempre vuelve a morir a la orilla, arrastrando con ella los traicioneros trailers de nuestra existencia, grabados a fuego en la retentiva. Pequeñas heridas del alma que escuecen cuando la sal penetra en las llagas del corazón haciendo que se estremezca el espíritu.
Los recuerdos son el todo que nos compone, las piezas del puzzle de nuestra vida, que no encaja si falla alguna.
Los recuerdos son lo vivido que queremos olvidar dentro del olvido que anhelamos recordar.
Los recuerdos son la eternidad, la vida anclada a lo que fue y a lo que deseas que siga siendo. Espuma del mar que siempre vuelve a morir a la orilla, arrastrando con ella los traicioneros trailers de nuestra existencia, grabados a fuego en la retentiva. Pequeñas heridas del alma que escuecen cuando la sal penetra en las llagas del corazón haciendo que se estremezca el espíritu.
Los recuerdos son el todo que nos compone, las piezas del puzzle de nuestra vida, que no encaja si falla alguna.
Los recuerdos son lo vivido que queremos olvidar dentro del olvido que anhelamos recordar.
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