Suma, tu piel con mi piel,
tus ganas y las mías. El deseo. Los besos y la necesidad de arrancarnos la ropa
al ritmo de tus dedos, temblorosos, que tamborilean sobre el incesante palpitar
del fuego que se desata en la caldera donde se enciende el vicio.
Resta, los miedos y los juicios, el qué dirán y lo que ya hayan dicho. El desdén de los puntillosos que con animosidad avizoran nuestra historia.
Multiplica, el placer, las caricias, los gemidos, el goce. Las miradas cargadas de ardientes centellas en las que quemarnos y convertidos en cenizas, resurgir cual ave Fénix, para nuevamente fundirnos en el deleite y la depravación del erotismo.
Divide, la fruición. Dosifícala en pequeños frascos custodiados por el mismísimo Tifón, que se traga las aguas fecundantes del Nilo, para así asegurarnos que nadie sisará el enigma de este frenesí.
Resta, los miedos y los juicios, el qué dirán y lo que ya hayan dicho. El desdén de los puntillosos que con animosidad avizoran nuestra historia.
Multiplica, el placer, las caricias, los gemidos, el goce. Las miradas cargadas de ardientes centellas en las que quemarnos y convertidos en cenizas, resurgir cual ave Fénix, para nuevamente fundirnos en el deleite y la depravación del erotismo.
Divide, la fruición. Dosifícala en pequeños frascos custodiados por el mismísimo Tifón, que se traga las aguas fecundantes del Nilo, para así asegurarnos que nadie sisará el enigma de este frenesí.
Muy muy bueno la verdad, hasta con una asignatura haces arte, si es que eres buena cabrona. Abrazos.
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