Los bostezos del amanecer sonaron en el cielo como los pasos de un gigante en la tierra. Molesto por tener que darle los buenos días al mundo fue abriendo los ojos poco a poco. El sol, que estaba orgulloso de ocupar su puesto, le hizo un guiño de ojos y con uno de sus cálidos rayos ayudó al amanecer a levantarse. Este, maravillado por la calidez y la bondad del sol, le dio esquinazo al mal humor regalándole al mundo un hermoso amanecer.
Y es que a veces sólo tenemos que mirar al sol y sacudirnos el mal humor para recibir con alegría un nuevo día...
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