Quizá bastaban las ganas y sobraba la ropa.
Quizá era suficiente con cerrar los ojos y abrir las piernas.
Quizá era mejor el silencio incómodo que las palabras vacías y usar la lengua para llenar recovecos de una piel que ardía.
Quizá deberíamos haber dejado a los dedos descifrar las estrías de tu cuerpo por donde se escapaban los sueños. O bebernos el sudor que latía en tus adentros.
Quizá hubiese sido suficiente con gozar menos y sentir más o gozar sin sentir o simplemente fingir ¡ya qué más da!
El problema viene al despertar e intentar recoger de una cama desordenada las caricias malgastadas. Al darte cuenta que hay besos agonizando por la habitación, que salieron de tu boca con pasión y se quedaron por el camino buscando la mía. Pero es que hace tiempo que yo tampoco la encuentro. El problema viene en la despedida, en las miradas que se esquivan y otro cuerpo que se va a medio vestir, con prisa, y sin nombre. Porque son tantos que estoy por hacer una nomenclatura. Porque no sé ni cómo me llamo yo. Me habré perdido en el fondo de alguna botella donde me ahogó el alcohol sobreviviendo mis penas.
Cuanta belleza y cuanta verdad, que bonito que escribes. felicidades.
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