-Y
no olviden que lo hago por el bien común de este país-. Entre abucheos y
vitoreos (nunca llueve a gusto de todos) bajó de la tarima y se marchó. En la
parte de atrás del edificio lo esperaba su chofer con el coche oficial. Algunos
periodistas se acercaron a preguntarle acerca de su opinión en relación con la Ley Camelia.
-Lo
que tenía que decir ya lo dije-. Y de malos modos se subió al coche.
La Ley Camelia consistía en privatizar
todos los servicios que por derecho constitucional siempre habían sido públicos.
Se llamaba así haciendo alusión al apellido de la ministra que la había
propuesto. El país no tenía dinero y de alguna forma había que recaudarlo. La
educación y la sanidad pasarían a manos de empresas privadas y a no ser que
fueses rico o tuvieras trabajo (y teniendo en cuenta el aumento de los parados,
tener trabajo era considerarte rico) serías analfabeto o morirías de un
estornudo.
Subió
al coche, su chofer le cerró la puerta. Bordeó el vehículo, subió en él, se
aseguró de que los espejos retrovisores estuvieran bien regulados. Encendió el
contacto y…
Amaneció a su lado. ¡Qué noche! Aún
la saboreaba. Se relamía de gusto y se regodeaba en el deleite del placer que
le había proporcionado. Volvió a amanecer acompañada. De nuevo se saltó sus
propias normas. Tentada por la lujuria, seducida por el dinero y rendida ante
él. Lo miró. Dormía. Le gustaba aquel hombre y perdida en las grietas de su
piel, recordó una vez más, para recrearse, la noche que habían pasado.
-Llevo
llamándote dos días.
-¿Acaso
tengo que estar a tu disposición?
Vicio
aparentaba seguridad, aunque le temblaban las piernas. ¿Miedo? ¿Deseo? –No eres
mi único cliente. Es más, creo que te dije que no volvería a darte un servicio.
Se
abalanzó sobre ella y la agarró por los brazos.
-Vas
a ser mía. ¿Has oído? ¡Mía! ¿Cuánto quieres? ¿Mil? ¿Dos mil? ¡Dime!
-¡Suéltame!
Eres un maniaco. ¡No quiero tu asqueroso dinero!
La
besó. Para cerrarle la boca a aquella puta mal criada y mal agradecida que lo
embrujó con la pócima que bebió de su entrepierna y a la que se había vuelto
adicto. Borracho, quería vivir embriagado por sus fluidos y nadar en
ellos. Ella le correspondió al beso.
Apasionado, luego dulce. Se miraron, perdiéndose uno en el otro. Vicio abrió
como pudo, seducida, ardiente y satisfecha de poder volver a sentirlo, a
gozarlo. Cerraron la puerta tras de sí. Vicio dejó caer el bolso y se abandonó
a sus brazos, cediéndole el control de su cuerpo. Con manos expertas se
desvistieron y frente a frente, en igualdad de condiciones, piel con piel,
invitaron al placer a unirse a ellos.
Él,
buen amante, gran jugador en el sexo, siempre tenía un as bajo la manga. La
sentó en una silla, le vendó los ojos y le amarró las manos. Vicio, expectante
y excitada, esperaba lo que vendría después. Lejos quedaba el miedo que le tuvo
alguna vez. Notó algo frío. Lo necesitaba. Él le pasaba un hielo por su cuerpo,
¿para calmar su ardiente deseo? ¿Para encender aún más la candela? Circulaba
por las carreteras de su cuerpo, soplaba y lamía. Frío, calor, frío, calor…Gemidos.
Le abrió las piernas. La acarició allí, donde erupcionaba el volcán, donde la
lava empezaba a notarse. Más gemidos.
Los
músculos de Vicio se contraían y se relajaban. Estaba al borde del orgasmo que
le proporcionaría el jugueteo del hielo en su vagina. Se retiró. La dejó con
las ganas. Ella se removió molesta en la silla. Intentaba adivinar, agudizando
el oído, dónde podría estar, qué estaría planeando. Entonces lo notó. Duro,
excitado, ansioso de ella. Jugaba con sus labios. Ella abrió la boca y lo
chupó. Ahora gemía él. Se lengua recorría una y otra vez aquel tesoro que la
llevaba tan lejos. La respiración del médico aumentaba. La agarró del pelo y la
puso de pie. Lamió su boca y probó su propio sabor. Vicio permanecía con las
manos atadas y los ojos vendados. Deseaba sentirlo dentro.
-Entra,
por favor.
-Shhh,
no seas viciosa, querida.
Comenzó
a acariciarla con una pluma. De pie, en medio de la habitación, conseguía
erizarle la piel. Y cuando menos lo esperaba, llegó. Le golpeó con el látigo en
el culo. ¡Dios! Tres veces, ¿por qué estaba excitada? Aquel maniaco le estaba
golpeando. Cuatro, cinco… ¡Dios cómo le gustaba!
-¡Arrodíllate!
Vicio
se arrodilló como pudo. Aún le quemaba el culo. Comenzó a juguetear con sus
pezones y notó como le ponía unas pinzas.
-Pero
qué coño…
-Shhh,
o voy a tener que amordazarte, y quiero oírte gritar.
Las
pinzas le proporcionaban pequeñas descargas eléctricas. Intuyó que él tendría
un mando porque cesaban y aumentaban a destiempo. Las descargas le recorrían el
cuerpo y morían en su clítoris.
La
inclinó. Quedó a cuatro patas en el suelo. Se colocó detrás y sació sus ansias.
Las de ambos. Sacudidas, embestidas y descargas eléctricas en los pezones la
llevó al clímax, uno de los mejores orgasmos que había sentido nunca. Se dejaron morir en el suelo. Silencio.
Policías, bomberos, ambulancias,
periodistas y curiosos fueron llegando al lugar. La policía científica
acordonaba la zona. El presidente de España acababa de volar por los aires. Su
coche explotó cuando se disponía a salir del aparcamiento del hotel donde
acababa de dar el último discurso de su vida. La gente (de clase media y baja) comenzaba
a esperanzarse. Tal vez, junto con el presidente, desaparecería la miseria en
la que estaba inmerso el país.
Rodrigo miraba las noticias. Sabía
que había llegado el momento, su momento. Él era el sucesor. Tomaría el poder,
el mando, la presidencia de su país. Pensó en Vicio. Deseó que aceptara su
propuesta. Tal vez ya hubiese visto las noticias. Quizá lo llamara para hablar
de lo sucedido y aceptar ser la mujer del nuevo presidente de España. Pero
Vicio aún andaba perdida en el atentado de placer que sufrió su cuerpo durante
la noche, entre besos de queroseno y dinamita para el corazón. Se haría eco de
la noticia. Una noticia que requería una respuesta, La toma de una decisión.
Sacrificar unas cosas y beneficiarse de otras. Pero, ¿qué puede ocurrir cuando
tomas la decisión equivocada? ¿Y si tomas dos decisiones de forma paralela?
¿Cuánto tiempo se puede llevar una doble vida sin ser descubierta? Se abren
nuevos caminos para Vicio, acompañados de riesgos y equivocaciones.
Que placer leerte y que larga la espera ya tengo ganas del siguiente. Saludos
ResponderEliminarPedazo de entrega! Me ha gustado muchísimo! Ahora hay que ver qué decisión tomará Vicio... Quizás la de mantener dos vidas paralelas? Bueno, eso nos lo demostrarás tú con el avance de la historia, jejeje
ResponderEliminarBs y buen día!
Graciaass, Dulce, tome la decisión que tome tendrá consecuencias...pero aún nos entretendrá mucho...muakis
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