El sonido de la puerta al cerrarse le anunció que
acababa de quedarse sola ante aquella situación. Su mejor amigo, aquel que
durante dos meses había acudido a su llamada de auxilio, se había marchado y
dejó en su lugar sabios consejos que con dolor debía poner en práctica. Sentada
en el suelo, abrazando sus rodillas recordaba la conversación.
-Dafne
por favor, necesito que esos preciosos ojos verdes dejen de llorar de una vez.
Llevas dos meses ahogándolos en lágrimas. Por favor, pon de tu parte. Le dijo preocupado al ver que aquella situación se
le estaba yendo de las manos a la dulce Dafne.
-No puedo, no lo entiendes. Cómo aprendo ahora a
vivir sin él. Yo lo quiero, quiero estar con él. Me prometió que estaríamos
siempre juntos. Me pidió tantas cosas, las mismas que ahora no está haciendo
por mí.
-Dafne, tú no
puedes pretender que haga las mismas cosas que haces tú por él.
-Pero
es lo correcto, mi cabeza no consigue procesar que me pidan que luche, que
tenga paciencia, y mil cosas más y que luego me dejen de esta forma. ¿Acaso yo
no soy merecedora de que luchen por mí? Repetía entre sollozos.
-Tienes
que aprender que todos mienten. Te ha mentido, a él ya no le interesa estar
contigo, por las razones que sean, pero no le interesa y tú tienes que
aceptarlo. Lo único que estas haciendo con tus insistentes llamadas es alargar
tu agonía. No va a volver. Olvídate de sus explicaciones, de sus miedos,
inseguridades…cuando hay verdadero amor eso se supera, cuesta pero se supera.
Sencillamente se acabó el amor por su parte, y debes asumirlo. Claro que eres
merecedora de que luchen por ti, pero él no lo hará. Deja de esperar. Le dolía tener que ser tan duro con ella, pero
estaba viendo como en dos meses se había deteriorado física y emocionalmente
esperando por alguien para quien ella ya no era importante.
-No
lo voy a superar nunca, no puedo, no puedo. Y se abrazó a él, buscando el consuelo que llevaba
meses esperando. Lloró, lloró con tanta fuerza que pudo sentir como se le
desgarraban pequeñas fibras de su frágil corazón. Fibras que tal vez
cicatrizarían, pero siempre estarían ahí para recordarle lo doloroso que era
jugar al juego del amor.
-Dafne
sabes que me quedaría contigo pero tengo que irme, Martina me espera, además
tengo que quedarme con el niño. Se sintió culpable por tener que dejar a su amiga allí, en aquel
estado. Pero peor aún se sentía al ver que no era ni la sombra de lo que había
sido. Había dejado de ser una mujer feliz, risueña, ocurrente,
valiente…convirtiéndose en una joven asustada del mundo, de lo que estaba por
venir, de lo que dejaba atrás…no sonreía, no tenía ilusión por nada. Se estaba
marchitando como una hermosa flor expuesta al sol sin un poco de agua que
saciara la sed de sus raíces. –Escúchame,
tienes que empezar a darte órdenes. Cada vez que sientas deseos de llamarlo, de
escribirle, envíate la siguiente orden, “No, esto no es bueno para mí, esta
persona no me quiere”, tu parte racional tiene que anular a la emocional. Por
favor, no te dejes morir. Le dio un tierno beso en la frente y se fue,
cerrando la puerta a su espalda, con un terrible dolor por el estado en el que
veía a su mejor amiga.
Ahora
que estaba sola en aquella casa donde cada rincón le recordaba a él, a
Jose. Después de repetir en su cabeza
una y otra vez la conversación de su amigo, su salvador, el que corría en su
rescate cada vez que lo llamaba, a cualquier hora y escuchaba paciente su
dolorosa historia de desamor con objetividad y le daba duros consejos cargados
de sabiduría, ahora había llegado el momento de tomar las riendas de su vida.
Se levantó del suelo y escribió un mensaje de texto: “este mensaje intento escribírtelo con la mayor serenidad que puedo…” Cuando terminó de escribir, leyó lo que había
puesto, ya no le quedaba más por decir ni por hacer, estaba intentando cerrar
un capítulo de su vida, un capítulo que le habían obligado a cerrar en contra
de su voluntad. Se dirigió a su habitación y sacó de debajo de la almohada la
foto con la que llevaba dos mese durmiendo. En ella se veía a Jose tumbado en
la cama, dejando descansar el peso de su precioso cuerpo sobre el brazo
derecho, con una sudadera gris y cara de interesante. La miró una vez más, la
besó y la metió en una caja de madera, -te
deseo lo mejor-, murmuró. Junto a la foto guardó un llavero plateado con
forma de corazón y piedrecitas rosas, un imán de nevera en el que se podía leer
love, un pequeño colgador adornado
con un hada, un libro y millones de recuerdos. Lo único que no metió en la caja
fue un llavero, era una bola lila con un nudo marinero. Jose se lo regaló
el día de su primer beso, una noche en la que él se quedó trabajando hasta
tarde y ella fue a visitarlo. Entre risas y coqueteos empezaron a jugar con el
llavero y él tomó la iniciativa de besarla. Desde ese día el llavero y el
recuerdo de ese primer y mágico beso la acompañan. De eso hacía dos años y diez
meses exactamente. Guardó la caja de los recuerdos en el fondo del armario. Fue
hasta su escritorio y se escribió una carta a sí misma.
El
amor se acaba y duele. Nuca atiende a nuestros deseos, es caprichoso y egoísta.
El que abandona tiene sentimiento de culpa, el que es abandonado se
revuelca en su dolor como un animal en el fango. El que abandona tiene nuevos
proyectos en mente donde no cabe la persona del pasado, el que es abandonado
tiene que construir nuevos proyectos sin la presencia de quien creía que estaría
siempre en su vida. El peso del fracaso ensombrece el camino. Pero al final
siempre queda una canción que cuenta tu historia, un color que describe tu
estado de ánimo, un recuerdo que te persigue, el amor que sientes por él y no
quiere en su vida y lo que deseas que se
te escurre entre los dedos…y llegados a este punto sólo te queda llorar por lo
perdido, por lo que deseaste y por lo
que ya no volverás a tener nunca. A él.
-No
culpes a nadie Dafne, él no debe culpa de que lo convirtieras en el sentido de
tu vida, y ahora sin él no le encuentres sentido a nada. Se dijo.
Cogió la carta que se había escrito a sí misma y la
pegó en el espejo de su dormitorio. Ahora sólo tenía una opción. Aliarse con el
tiempo.
!Hola! Como verás te sigo y me gustaría decirte que no tardes tanto en publicar. Probablemente eso de la inspiración no es a todas horas, pero te confiezo que me he visto mientras espero el comienzo de alguna reunión buscando tu blog a través del móvil para ver si has publicado y no me ha llegado al email por algún error. Después de lo dicho, una vez más me ha gustado el manuscrito. Hasta el próximo relato. David
ResponderEliminarHola, me alegro que te guste mi blog...si tal vez deba escribir más...depende de la musa. Saludos.
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