Ajustíciame,
con tu forma de amar tan cruel y adictiva que me conduce al suicidio carnal.
Ahórcame, con tus varoniles manos acariciando mi cuello, prolongando la letanía de este sin vivir.
Lapídame, con besos y más besos. Besos mientras duermo, besos mientras amo, besos que descubran la geografía de mi cuerpo de valles y montañas, de manantiales en los que saciarte y cuevas en las que descansar.
Dególlame, el corazón, como un caníbal comiendo de mi ser, antropófago que me devora el alma a trozos.
Envenéname, con el hechizo de tu maquiavélica mirada pantanosa, de aguas turbias y mensajes lascivos.
Inmólame, con el fuego de tu infierno en el que deseo pecar, asumiendo el riesgo de calcinarme las entrañas.
Sáciame, con lujuria y desenfreno, sin límites ni juicios, solapándonos en un yin yang.
Afánate, por acabar con el poco aliento que me quede, porque si subsisto, si acaso dejases un resquicio de aire en mí, si muriese y aun así resucitase, no habría lugares en el mundo, planetas en el universo u océanos en la tierra donde poder guarecerte, y huir de una adicta al somnífero de tu cuerpo con el que deseo narcotizarme para vivir muriendo y morir viviendo en la condena voluntaria de la sumisión.
Ahórcame, con tus varoniles manos acariciando mi cuello, prolongando la letanía de este sin vivir.
Lapídame, con besos y más besos. Besos mientras duermo, besos mientras amo, besos que descubran la geografía de mi cuerpo de valles y montañas, de manantiales en los que saciarte y cuevas en las que descansar.
Dególlame, el corazón, como un caníbal comiendo de mi ser, antropófago que me devora el alma a trozos.
Envenéname, con el hechizo de tu maquiavélica mirada pantanosa, de aguas turbias y mensajes lascivos.
Inmólame, con el fuego de tu infierno en el que deseo pecar, asumiendo el riesgo de calcinarme las entrañas.
Sáciame, con lujuria y desenfreno, sin límites ni juicios, solapándonos en un yin yang.
Afánate, por acabar con el poco aliento que me quede, porque si subsisto, si acaso dejases un resquicio de aire en mí, si muriese y aun así resucitase, no habría lugares en el mundo, planetas en el universo u océanos en la tierra donde poder guarecerte, y huir de una adicta al somnífero de tu cuerpo con el que deseo narcotizarme para vivir muriendo y morir viviendo en la condena voluntaria de la sumisión.