Este blog será nuestro punto de encuentro, en él se unirá la magia, los sueños, la luna y la literatura. ¿Por qué la luna? Porque es mi hogar. ¿Por qué la literatura? Porque es como único entiendo la vida.

martes, 18 de junio de 2013

Sin fecha de caducidad

El tiempo, el que todo lo cura, el que pone las cosas en su sitio, el que te indica el camino. El tiempo, el más sabio de los consejeros, el que pasa despacio y te enseña deprisa. El tiempo, el consejo en boca de todos y en práctica de nadie. ¿Y si el tiempo se fuera de vacaciones? ¿Y si renegase de la responsabilidad que le han colgado los humanos para escapar de sus propias miserias, con la excusa perfecta para no poner en marcha el motor de su vida, por ellos mismos, si no consolándose en que el tiempo se encargaría de hacerlo? ¿Y si se pusiera el tiempo en huelga?… ¿Aumentarían los suicidios? ¿Se mojaría la arena de los relojes? ¿Pasaríamos a una dimensión de los sentidos y emociones anclados en un mundo paralelo? ¿Y si no existe el tiempo? Le llovían las preguntas mientras se peleaba con la caja de los recuerdos pasados que amenazaban con más fuerza que nunca, ahora que ella estaba más fuerte que nunca, con escapar y asomar su linda carita y contestarle que el tiempo se tomó un tiempo y que los sentimientos no tienen fecha de caducidad. Se sentó sobre la caja y empujó la tapa hacia abajo con su trasero, mientras los escuchaba decir que nunca podría escapar de ellos, que no bastaba una mugrienta caja de cartón con olor a humedad guardada en el altillo de un ropero. Que se colarían en sus sueños y aparecerían disfrazados de un perfume, con la melodía de una canción o el sonido de un mensaje. Que el tiempo no garantiza el olvido, pero asegura el perdón. Que el tiempo no borra, graba a fuego. Se sintió estafada. Debió leer la letra pequeña del contrato de la vida, aquella en la que en cursiva dice: Los sentimientos no tienen fecha de caducidad. Ella se negaba a perder la batalla contra el tiempo y los recuerdos. Abrió el tercer cajón del mueble de la cocina, sacó un mechero y le prendió fuego a la caja. Se sentó a ver como ardía e hizo caso omiso de las amenazas  y voces que procedían del interior, augurándole, que hacía falta mucho más que tiempo y fuego para deshacerse de los recuerdos. 


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7 comentarios:

  1. El tiempo, hija mía, es algo abstracto. Los sentimientos también lo son. Y tu historia, una vez más, MARAVILLOSA. Abrazos.

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  2. Preciosa, que texto tan bello. Cuándo podré ir a una libreria y ver un libro escrito por ti. Cómo es posible que de algo tan efímero como el tiempo hagas un texto tan bonito. Besos.

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  3. Hola, muchas gracias por los comentarios...Sonia, escribir un libro es algo que creo que me queda grande. Todo se andará...Pero gracias por la confianza. Fernando, te agradezco que me sigas. Muakis.

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  5. Enhorabuena, Elizabeth, una de las mejores metáforas del tiempo que he leído. Me conmueves con tus historias, eres buena y no creo que escribir un libro te quede grande, tienes mucha capacidad y debes explotarla, ganarías tú y tus lectores. Con tu permiso me gustaría usar algunos de tus textos con mis alumnos el próximo curso, en Lengua y Literatura. Me enganché tarde, porque una compañera me lo recomendó y no lo he podido hacer este año. Por supuesto respetando la autoría de las obras y hablándoles de tu blog. Mucha suerte.

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  6. Hola, muchas gracias por seguirme y a tu compañera por recomendarte el blog. Claro que puedes usar mis textos y te agradezco lo de respetar los derechos de autor, estoy teniendo serios problemas con el plagio, hasta el punto de plantearme cerrar el blog porque la gente no respeta nada. En fin hay gente para todo. Me alegro de que te haya gustado el texto, espero seguir sorprendiendo. Muakis....

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  7. Desgraciadamente hay gente para todo, no debes cerrar un blog con el que disfruta tanta gente y tú puedes mostrar tus capacidades porque vengan otros a aprovecharse, piensa que si necesitan copiar lo de los demás es porque son incapaces de crear. Saludos.

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